jueves, 11 de mayo de 2017

EL CONTEXTO SOCIAL Y SU RELACIÓN CON LA INSTITUCIÓN ESCOLAR



Es impensable analizar un sistema educativo sin enmarcarlo en la época en el que éste se desarrolla pues "en cada época de una sociedad predomina un determinado sistema ideológico, que se intenta transmitir y reproducir; por tanto, debemos tener en cuenta las características de la época para entender qué pide la sociedad que enseñe la escuela". (Sánchez-Redondo Morcillo, 2004)

Así, el contexto social se podría decir que es una de las claves para comprender el tipo de educación que se imparte y las prioridades de la misma. Al analizar el contexto social se pueden descubrir cuáles son las necesidades más urgentes de las personas que la conforman. Así, según esas necesidades, las instituciones educativas cambiarán los planes de estudio y, en muchos casos, las leyes educativas, para intentar dar respuesta a dicho problema abandonando ya, en algunas ocasiones, la idea sobre qué tipo de sociedad humana se quiere crear.
En lo concerniente a la educación actual, ésta está claramente influenciada por las trasformaciones socioeconómicas, políticas y culturales de nuestro país propias del siglo XXI. Estas transformaciones vienen de la mano de la Globalización que se define, según las palabras de Giddens, como “la intensificación en escala mundial de las relaciones sociales que enlazan localidades muy distantes, de tal modo que lo que ocurre en una está determinada por los acontecimientos sucedidos a muchas millas de distancia y viceversa”. En este sentido, tiene un papel sumamente importante el desarrollo de las nuevas tecnologías ya que éstas son las que nos mantienen permanentemente conectados con cualquier lugar del mundo y las que nos permiten acceder a una cantidad casi ilimitada de información con un solo clic, lo que se conoce como sociedad de la información.


Sin embargo, las consecuencias de la Globalización no son, ni mucho menos, positivas pues cada vez está abriendo más “brechas entre ricos y pobres, y trayendo consigo la exclusión de millones de seres humanos en lo político, social, económico y cultural” (Juliaca, 2013). Este sistema que favorece las desigualdades sociales puede generar en una gran parte de los ciudadanos un sentimiento de despreocupación ante su situación pues, lejos de apoyar a quien más necesidades tienen, sus intereses van orientados a velar por unos pocos que proporcionan mayor número de beneficios y son más rentables. Todo esto está originando lo que se conoce en política como populismos que prometen a las personas con menos recursos económicos, todo tipo de medidas que velen por sus intereses y derechos cuando es evidente que hay cosas que no van a poder cumplir aprovechándose de la situación tan precaria de algunos ciudadanos.


De esta manera, hay una clara confrontación entre el contexto social que fomenta la competitividad y las desigualdades sociales a través de la Globalización y las instituciones educativas que, se supone, deben favorecer una serie de principios recogidos en el artículo 27 de nuestra Constitución como libertad, gratuidad, obligatoriedad, universalidad e igualdad. Es curioso ver cómo en una sociedad donde predomina un sistema de clases basadas en las desigualdades económicas se apueste por una educación cuyo principio fundamental es “garantizar la igualdad de oportunidades” en un sistema educativo de calidad, inclusivo, integrador y exigente. (Preámbulo I, LOMCE)

Y es que, tras esta retórica tan embaucadora, la actual ley educativa lo que en realidad pretende es reproducir la sociedad actual donde prima la competitividad y la selección de los mejores favoreciendo así la segregación pues la LOMCE apuesta ya desde el inicio en su artículo 67 bis por poner en marcha una serie de medidas honoríficas  para los centros docentes con mayor calidad educativa como centros con aulas de excelencia en Bachilleratos (selección de los mejores) y por la individualización y competitividad (Diplomas de Aprovechamiento y de Mención Honorífica) para así, seguir perpetuando el actual sistema de clases.

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